Hola a todo el mundo. Esta es una actividad obligatoria de la diplomatura de Educación y nuevas Tecnologías dictada por la FLACSO. Y siguiendo las sugerencias voy a tratar de publicar cosas que tengan que ver con mis intereses, mis gustos y mi trabajo. Veremos que resulta de esta mezcla incierta.
Por cierto que el título de la página es en honor a él que recibió su nombre de la obra de Cortázar "El libro de Manuel" .
Los principios....No recuerdo con exactitud mi edad por aquel entonces - señal que era muy pequeño -cuando apareció aquel cartón pintado en cuadros color crema y marrón alternándose unos con otros. Sobre el mismo se desplegaban fichas redondas – la mitad blancas, la mitad negras. Mi madre exhibía una sonrisa enigmática y ansiosa: estaba por develarme el primer juego de estrategia: Las Damas.
La ocasión nos reunía un buen rato a los dos sobre la mesa y su interés y concentración sobre el juego no eran fingidos, tampoco había una actitud de permanente guía y docencia... Ahí estábamos de igual a igual disputándonos una partida...
Las noches deben haber sido largas y el entretenerme era toda una profesión según deduzco de mi propia experiencia con mi hijo Manuel de 4 años e hijo único como yo y (cosa curiosa) la historia se repite y así como mi padre era telegrafista y trabajaba de noche, yo tengo un cargo de preceptor a la noche en Caucete y Manuel es puro tiempo y realidad durante los fines de semana. Las noches de lunes a viernes son monopolio de la madre...
Las Damas representaban para mí un placer enorme e inigualable ya que con el paso del tiempo el tablero iba inclinándose a mi favor y correlativamente con ello mi propia autoestima. El único inconveniente era que cuanto más avanzaba en las Damas más prefería el Ludo mi mamá.
Las Damas me permitieron ejecutar las primeras tácticas y la preferida era avanzar con las 15 fichas en bloque.
Pero aquel romance se empalideció una noche que mi padre llegó con un pequeño librito y un nuevo tablero parecido y distinto a la vez... Había hecho su aparición el Ajedrez...
El primer amor...Corría el año 71 y el Ajedrez hegemonizó el tiempo de los juegos de mesa en mi casa. Actividad habitual los fines de semana lluviosos y como ustedes saben, en Santa Fe llueve mucho.
No me acuerdo muy bien como fue aquel proceso pero el juego se expandió por todos los rincones del barrio y los niños jugábamos prolongados campeonatos alternándolos con los soldaditos, el fútbol y las excursiones a la costa del río.
Con el Ajedrez fue como si de repente hubiese dado un salto cualitativo en cuanto a los espacios y las personas con quienes lo ejercitaba. Ya no era la Dama y el ludo sinónimo de tiempos maternos sino de un juego con prestigio internacional (En aquella época aprendí a leer el ajedrez y seguíamos con mi padre las partidas Fischer-Spasky) y que me permitió acceder a otros rivales, entre ellos a mi padrino, Ismael que era en aquel momento gerente de ventas en SANCOR, y una de las personas más competitivas e hiperquinéticas que he conocido. Por primera vez y gracias al ajedrez comenzó a compartir tiempos conmigo y si bien las primeras partidas eran sumamente expeditivas, con el transcurso del tiempo la cosa se volvió más pareja y era su pasión cada vez que nos veíamos trenzarnos en combates cada vez más prolongados... Era dueño de una gran inteligencia y de un juego exquisito y delicado (combinando con su personalidad, claro) y le gustaba orquestar juego de Caballos y reina, sorpresivos “dobletes” y punzantes “clavadas”. Mi fuerte en cambio residía en la defensa y el avance progresivo, el desgaste del rival y la resistencia prolongada. Mis piezas favoritas eran las torres y los peones. Eran estilos diferentes, como nuestras vidas de entonces...
El ajedrez también invadió los ámbitos escolares, para 1973 se enseñaba en las escuelas primarias y recuerdo que iba de vez en cuando los martes a la mañana. Mi profesor era un joven militante de la juventud Peronista, y ahora no recuerdo su nombre ni sé cual fue su destino después de la larga noche dictatorial.
Por último, gracias al Ajedrez, mi autoestima tuvo algún soporte entre mis amigos del barrio ya que mis habilidades para el fútbol eran francamente inexistentes y mi posición en la escala social de la barra se ubicaba en el extremo inferior. Mi pasión por el juego me insumía mucho tiempo que no era resistido por mis padres ni por nadie ya que, como dije antes, el ajedrez es un juego consagrado y “serio”. Para 1974 había progresado lo suficiente como para no perder ningún partido con amigos del barrio, vecinos o mi papá. Finalmente logré un par de victorias sobre mi padrino, quién ante la eventualidad abandonó su cotidiana costumbre de jugar conmigo...
En 1974 y 1975 participé en los campeonatos Evita de Ajedrez y las dos veces logré clasificarme entre los primeros y viajar a Embalse Río III donde se jugaban las finales de todos los deportes. Eran verdaderas mini olimpiadas interprovinciales y los recuerdos de aquellos días son francamente espléndidos. Allí no solo hice amigos sino que pude conocer y jugar en las simultáneas con los maestros argentinos de ese entonces y tomé contacto por primera vez con la Teoría del juego.
El representante del grupo, ante una de mis derrotas, me dijo aquel año de 1975:” Bueno Sergio, has llegado a un techo, ahora para mejorar tenés que comenzar a estudiar las teorías y las defensas” y dicho esto me alcanzó un enorme y hermoso libro de regalo. Fue el fin de mi romance con el Ajedrez. A partir de aquel momento el divorcio fue irreversible.
La Adolescencia acecha...
Época de sensaciones contradictorias (como debe ser) la adolescencia me atropelló allá en 1976 junto con la Historia. Nueva etapa, nuevos gustos, nuevas hormonas, nuevos miedos, nueva escuela, nuevos amigos, nueva casa familiar, nuevo barrio, nuevos desafíos, nuevas sombras, nuevos amores...
Durante aquellos años en los cuales salir de noche entrañaban peligros ciertos, la vida transcurría fundamentalmente de día, y además de la escuela, el club era el lugar de encuentro y goce. Largas horas de fútbol, básquet, tenis, natación, remo, excursiones a las islas, pesca y juegos de cartas hasta que una inesperada aparición convirtió a la noche como un lugar posible bajo el resguardo familiar: Llegó el TEG II junto con sus larguísimas partidas nocturnas.
Hace unas semanas atrás pude ver el film “Kamchatka” y toda aquella etapa de mi vida reapareció en mi memoria como si hubiese sido ayer.
Y no solo fue el TEG, Sino que - descubierto en una revista de escasa circulación, en el verano aquel de 1979 que derrocaron al Cha de Irán- cayo en nuestras manos “El juego de la diplomacia” que reconstruía el escenario de la 1º guerra mundial y tenía la ventaja de no utilizar dados ni ningún tipo de metodología azarosa lo cual lo acercaba al ajedrez. No se debía esperar el turno del ( o los) contrincantes ya que todos escribían a la vez sus movimientos en una hoja y finalmente se leían todos juntos. El juego fue sensación durante al menos 2 años y hasta se lo reformuló para adaptarlo al presente de la Guerra Fría y todavía recuerdo un enorme mapa-tablero realizado por Gabriel Meyer (hoy es un físico que trabaja en el Balseiro) que reproducía todo el mundo y su confrontación Este-Oeste.
Aquel juego de la diplomacia fue toda una pasión hasta que vino el servicio militar en 1982, la guerra de Malvinas, la universidad, el trabajo en la fábrica y las chicas…
Ya no hubo tiempo para juegos de estrategias de guerra…por espacio de 20 años.
El retorno…Hace unos años atrás retornaron a mi vida los Juegos de estrategias de la mano del Age of Empires II. Si bien ya no despiertan en mí las pasiones de otros tiempos, la nueva tecnología virtual le da un tono de realismo y posibilidades de variación casi infinitas a estos juegos y volví a enamorarme. La posibilidad del Juego en Red hace que (al igual que yo con mis amigos años antes) miles de adolescentes pasen horas y horas en los ciber rendidos a sus hechizos…
Y es en estos tiempos cuando estos juegos también comienzan a relacionarse con mi trabajo de docente de Historia. Lo cual implica un mayor compromiso analítico con los mismos. Se podría decir que después de años de amores y relaciones pasajeras, he decidido contraer matrimonio…y como todos sabemos, esto es más difícil y menos divertido…